Sí, mañana cumplo veinte años.
Debo aclarar que no estoy emocionada como todos piensan que debería estar, no me agrada la idea de crecer, nunca me agradó. Tengo el confuso complejo de "Peter Pan", ese que me impidió muchas veces tomar las cosas en serio y tener una actitud un poco irritante (para los demás).
Pero cuando no estaba encerrada en aquello, aparentaba la edad que tenía, aunque cuando trataba de aparentar un poco más siempre fallaba en el intento.
Puedo decir que con el paso de estos casi veinte años he aprendido muchas cosas y que he cambiado para bien... y para mal.
¿Cambios físicos?
No sé, tal vez unos cuantos kilos demás que ahora empiezan a preocupar y un par de ojeras más pronunciadas.
Ya no lloro con frecuencia, ya no me asusto con facilidad, ya no anhelo las mismas cosas, ahora no sólo sueño sino también lucho por hacerlos realidad.
Me he vuelto realista con un toque de negatividad, enfrento mis propios problemas y reclamo si hay necesidad.
Ya no creo en "las mejores amigas", porque la mayoría me ha fallado y sé que en parte tengo culpa por idealizarlas demasiado. Ahora sólo tengo personas que tienen el valor de soportarme y apoyarme, de entenderme y si hay necesidad, de regañarme. Ahora lo entiendo todo con respecto a la amistad. Ya no es algo de dar y recibir, sino es darlo todo sin interés alguno.
La soledad ya no es mi fobia (las arañas todavía si), mi confianza ahora es un tesoro que no entrego con facilidad. Ya no escribo si extraño a alguien, ya no expreso cariño si no es requerido o correspondido, ya no dejo que me hagan perder el tiempo, ya no "doy el primer paso" porque me di cuenta que no ganas nada y en cambio pierdes dignidad.
Me he vuelto egoísta, algo fría y caprichosa, aunque irónicamente ha sido para MI bien.
Ya no me pongo triste si me olvidan, ya no me esfuerzo en caerle bien a los demás, ya no anhelo enamorarme porque no lo creo indispensable y ya no me dejo humillar.
Pero hay cosas que todavía mantengo, cosas de las que nunca me podré safar... por más que lo haya intentado.
Mi familia sigue siendo lo primero, sin ellos no podría seguir aquí. Me obsesiono por todo, lo que todavía me hace una patética fangirl. Me molesto si me gritan y me compran si me regalan dulces. Soy la niñita de papá, cada vez que lo veo a distancia todavía corro hacia él como si tuviera cinco años.
Reniego hasta porque la mosca pasó y río de una manera poco delicada.
Mi ideología poco racional sigue intacta: Si me tratas mal, no esperes un trato diferente de mi parte. Seas quien seas, tenga la edad que tengas.
Para mi nadie tiene corona en este mundo y es algo que voy a tener en mente hasta el día que me muera.
También sigo prefiriendo un "nunca cambies" en vez de un pasajero "te quiero".
Sé que a este punto del post varios deben estar pensando que necesito un psicólogo y sí, tal vez tengan razón.
(Todavía tienen tiempo de eliminarme de Facebook o darme unfollow en Twitter)
Pero quiero terminar aclarando que si bien éstos últimos casi veinte años han estado lleno de tristezas, también tuve momentos hermosos que nunca olvidaré y otros que hasta el momento me arrancan una sonrisa improvisada.
Prometo seguir cambiando y prometo que esta vez será para bien...
Si bien siento mucha nostalgia al dar una rápida mirada hacia atrás, me he puesto como meta borrar todos los malos recuerdos, aunque tome tiempo y seguir para adelante sin remordimientos y rencores.
Y no me molestaría si varios de ustedes me siguieran acompañando en ese camino lleno de piedras llamado vida...
Say no more.